En un principio se consideraba a los cerámicos como la arcilla en todas sus formas, es decir, todos los materiales inorgánicos no metálicos, que se forman a partir de calor.
Conforme a las propiedades y características de los materiales cerámicos, la ingeniería ha hecho uso de ellos como material indispensable en algunos diseños tecnológicos, desde el más simple, como lo es un refractario, hasta el más sofisticado como por ejemplo los cohetes espaciales o los microchips.
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Un extenso grupo de cerámicos avanzados se usa en aplicaciones no estructurales, aprovechando sus únicas propiedades magnéticas, electrónicas y ópticas, su buena resistencia a la corrosión a alta temperatura, su capacidad de servir como sensores en la detección de gases peligrosos y por ser adecuados para dispositivos de prótesis y otros "componentes de repuesto para el ser humano".